Lo más probable es que tú también hayas escuchado desde la infancia “dile no a las drogas”, como si todas fueran igualmente terribles.
Pero hay una diferencia enorme, por ejemplo, entre los opiáceos y los psicodélicos.
Los opiáceos como la heroína o el vicodin , generan una sensación de placer intenso… y eso las hace muy adictivas.
Mientras tanto, los psicodélicos como el LSD, el peyote y la ayahuasca, afectan la percepción sin estimular los centros de placer del cerebro, por lo que solo cambian aspectos de nuestra conciencia que son bastante difíciles de describir, pero que para muchos tienen una relación estrecha con filosofías orientales y el misticismo.
En la mayoría de las culturas alrededor del mundo existe algún tipo de sustancia natural utilizada para alterar nuestra percepción, y lograr un estado de mayor conexión.
En su libro Cleansing the doors of perception, Houston Smith, antropólogo y escritor reconocido habla de los psicodélicos como una moneda de dos caras, tocando temas como el experimento de Viernes Santo de la universidad de Harvard, en el que a un grupo de personas se les llevó a una iglesia a rezar, y a la mitad se le suministra un placebo y a la otra un psicodélico para luego comparar ambas experiencias.
Las personas a las cuales se les dió el psicodélico reportaron haber tenido una experiencia “mística”.
Hablemos de Misticismo
Una experiencia mística se caracteriza por el sentimiento de estar unido a todo el universo, un estado en el que se puede reconocer como una realidad el tiempo más allá del tiempo y el espacio más allá del espacio, lo cual tiene relación con lo divino más no necesariamente con lo religioso.
Estas experiencias son la cara positiva de la moneda, de los que existen infinidad de testimonios que tocan las fibras más profundas de un ser y resultan en un cambio radical de vida.
Sin embargo, la cara negativa del uso puede ser aterrorizante. Ver demonios, pensar que se está perdiendo la cordura, y tener “flash-backs” o memorias negativas de la experiencia por mucho tiempo, son las formas más típicas de “tener un mal viaje”.
Y aunque el uso puramente recreativo de los psicodélicos suele ser mucho más riesgoso porque no se hace en un contexto seguro, con una persona apropiada que sepa cómo ayudarnos a mantener a nuestra mente en un estado positivo, no hay garantías de que tendremos una buena experiencia incluso en las mejores circunstancias.
Existe también el riesgo, sobre todo para aquellas personas con historial familiar de enfermedades mentales, de que un viaje con psicodélicos detone un episodio de desequilibrio mental, con historias de personas que nunca más volvieron a ser iguales.
Es por esto que la pregunta verdaderamente es, ¿Vale la pena tomar el riesgo por la experiencia?
La respuesta a esta pregunta va ligada a ciertas condicionantes, como el hecho de que en la mayoría de los países estas prácticas aún son ilegales, lo cual requiere de moverse de lugar geográfico en busca del crecimiento que prometen estas prácticas.
Es importante también fijar la mirada en los estudios que se hacen en universidades de los Estados Unidos y Europa, lo cual supone una apertura importante hacia estas sustancias con fines terapéuticos para pacientes con depresión severa, ansiedad crónica y otros desórdenes psicológicos.
Cuando la experiencia psicodélica es verdaderamente mística puede llegar a tener un impacto enormemente positivo en el individuo, reajustando la perspectiva que tiene de su día a día, y por esto puede bastar solo una experiencia para darle un giro de 180 grados a la vida de una persona que sufría de ansiedad y depresión.
En cuanto a la parte espiritual, la decisión se torna sumamente personal y cada persona debe reconocer cuánto riesgo está dispuesto a correr en búsqueda de experiencias de crecimiento personal.
Con el tiempo esperamos que existan cada vez más chamanes y psicólogos que se especialicen en este tipo de terapias con psicodélicos con el fin de ayudar cada vez a más personas a encontrar un camino que les lleve a donde quieren y les proporcione la ayuda para sanar todo aquello que buscan sanar.
En el contexto ideal de la terapia ambos chamán y psicólogo trabajarían en conjunto con una terapia tanto espiritual como psicológica con el fin de ayudarnos a ser más felices y plenos.
Con cariño,
Mijael
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