Hace unas semanas, un viernes en la noche cerca de las 7:00pm, caminaba del estudio a la casa.
En la ave. Italia, una cuadra más arriba de la enunciatura, había cruzado más de la mitad de la calle cuando un carro que venía a toda velocidad cruzando hacia su izquierda…
Casi me mata.
Tomó menos de un segundo desde que vi las luces hasta que el carro frenó justo frente a mí… Pude tocarlo con ambas manos fácilmente.
El señor bajó la ventana para reclamarme en un grito que «por qué no cruzaba la calle donde hay una zebra».
Pero en esa cuadra, como en la mayoría de las cuadras de Paitilla, no hay zebra.
Si solo cruzó por donde hay zebras, tendría que aprender a volar.
Le pegué un grito:
¿Es en serio? ¿Ahora me vas a culpar a mi?
¿Casi me matas y yo tengo la culpa?
Honestamente, si fuera una persona más violenta, posiblemente le hago daño al carro o al conductor, y reconozco que ganas no me faltaban.
Porque lo decente hubiese sido sentirse muy apenado, aceptar el error, y pedir disculpas.
Pero mi indignación no era una buena alternativa
Porque a pesar de estar justificado (quizás tú sientes indignacion con tan solo leer la historia), luego de un rato me di cuenta que la ira que cargaba me estaba llenando de estrés y malestar.
Cuando finalmente pude calmarme, recordé que yo también he tenido momentos en mi vida en los que he cometido un error y le hecho la culpa al otro.
Quizás tú nunca lo has hecho, pero en mi caso, reconozco esa sombra de la cual me estaba quejando, como un instinto natural dentro de mi.
Y me puedo imaginar que en ese instante, yo no era el único lleno de miedo.
El señor casi mata a alguien… Y su ego, como el de cualquier otro, tuvo un instinto natural inmediato de defensa, y sin tener que pensarlo mucho, encontró la falta en el otro para no sentirse mal.
Cuando estamos llenos de estrés, miedo o ansiedad, nuestra tendencia es ponernos bravos, y acusar al otro. Pero acusar y enfurecernos no ayuda a nadie.
Nuestra rabia nos envenena. Y recordar nuestra propia sombra, con compasión, puede ser un asombroso antídoto.
Por un mundo más compasivo,
Mijael
Amen ! … de verdad que nos hace falta un mundo más compasivo … ciertamente yo también reconizcibesa sombra en mi, los mecanismos de defensa se activan en automático, y lejos de ayudar a mejorar la situación la empeoran y aunque el mero hecho de reconocerlo no lo cambia al menos nos hace conscientes de que existe y podemos trabajar para mejorar …. gracias Mijael por tan buena reflexión ….Namaste
Gracias a ti Rosa!