Al principio el Buda estaba bastante solo

Dan Stevenson ha vivido en la misma barriada de Oakland, California, por 40 años.

Y aunque el crimen siempre fue un problema en esa barriada, Dan nunca llamó a la policía.

Era de esa gente que no se involucra. Hasta que se hartó, y decidió «tomar al toro por los cachos».

Primero un poco de contexto: Dan vivía en una barriada con vendedores de droga y prostitutas en las esquinas.

Aunque los criminales usualmente no molestaban a los residentes, había que caminar con cuidado de todos modos.

Pero para Dan, el lugar más detestable del barrio, era sin duda la esquina diagonal a su casa.

La gente botaba basura de todo tipo en esa esquina: armarios viejos, colchones… lo que cualquier vecino no quisiera llevarse en la mudanza quedaba allí hasta que la ciudad viniera a recogerlo.

Si le añades gente orinando, narcotraficantes… la energía de la barriada era realmente negativa.

Todo esto empezó a cambiar con un acto creativo de vandalismo al revés: Dan decidió instalar un Buda de piedra en la esquina.

Para que no se lo robaran, lo instaló con muchos refuerzos… y después de varios meses, el ambiente de la esquina empezó a cambiar.

Aunque los muebles y colchones seguían llegando, ahora terminaban al otro lado de la calle. Y el Buda no decía nada.
Pero en el primer año, el grafiti había disminuido en al menos 50%, además de una reducción considerable de drogas y orín.

Luego llegaron las ofrendas

El Buda simplemente tuvo que sentarse allí. En su segundo año, alguien le pintó de blanco. Luego empezaron a aparecer las frutas. Luego flores y caramelos.

Luego vinieron verdaderos budistas de la comunidad vietnamita, y colocaron una casa para el Buda. Junto con otros íconos, poco a poco la esquina se convirtió en un lugar de plegaria, de reunión comunitaria, de santidad y serenidad.

 Ah… creo que no lo mencioné: Dan Stevenson no es budista. Escogió al buda porque pensaba que cualquier otra figura hubiese sido más divisiva, y el Buda,
aunque más neutro, inspiraría también paz
y buenas energías.

Luego vino una pequeña y simple casita

 

El significado que le damos a las
cosas importa.

Que nuestra vida y nuestro legado inspire paz… incluso cuando hayamos desaparecido.

Con cariño,

Mijael