Muchas personas me preguntan sobre experiencias que han tenido en las que pueden ver y sentir chakras, que han tenido sueños lúcidos,  que pueden salir de su propio cuerpo… experiencias metafísicas.

Creo que una buena forma de expresar mi posición al respecto es contarte una historia que escuché del profesor Jack Kornfield.

En ella, Kornfield cuenta su propia experiencia “saliendo” de su propio cuerpo durante un ejercicio de meditación, y en su “cuerpo sin cuerpo”, atravesar la pared para ver a su maestro hablando con alguien fuera de su habitación.

Esto era sorprendente… pero más todavía cuando pudo corroborar que se había desprendido de su cuerpo, cuando luego de “volver” a su cuerpo, pudo salir de la habitación y ver que en efecto, su maestro seguía teniendo la misma conversación con la misma persona.

Al volver de la experiencia, Kornfield reflexiona sobre la importancia de la misma, sobre lo maravillosa que esta había sido y con la convicción de una persona que cree en la superposición de diferentes dimensiones, en la posibilidad de realizar un viaje a través de estas y en la realidad intangible que nos rodea.

Pero al contarle de su experiencia a su gurú, Ajhan Chah, este último no presta tanta importancia al significado de la experiencia…sino a la pregunta:

¿Quién está realmente viviendo la experiencia?

¿Quién es el testigo?

 

¿Quiénes somos realmente?

Lo importante en la vida espiritual tiene que ver con la identificación de quien eres, más allá de tus pensamientos, tu cuerpo y tus deseos. Es cuando te identificas con el todo, dejando atrás las preocupaciones del plano terrenal.

Es en ese momento en que descubres quién eres en realidad, no solo en cuanto a la vida espiritual sino también con todo lo que nos rodea.

Entonces llegas a comprender que no somos este cuerpo, no somos esta mente, somos una consciencia que va más allá de las barreras de nuestro cuerpo. Quien es la consciencia que está teniendo estas experiencias.

Al culminar el ensimismamiento termina el melodrama del ser humano con nuestras propias circunstancias, sin olvidarnos de quién somos en apariencia pero uniendo esa apariencia con quien soy como consciencia y parte del universo.

Es a través de las experiencias espirituales profundas, ya sean metafísicas o no, que el cuestionamiento se convierte en el catalizador para despojarnos del Yo terrenal y encontrarnos con una conexión con el todo.

No tengo que escoger entre prestarme atención o prestarle atención a la gente que me rodea, con este despertar entendemos que no hay separación ni diferencia entre Yo y el Otro.

 

Con cariño,

Mijael