Una fuente de vergüenza constante en mi vida era el que a pesar de varios intentos, a los 38 años, todavía me mordía las uñas.
No era nada grave, pero no era agradable tampoco.

Y lo que aprendí de mí mismo en el proceso de dejar mis uñas tranquilas, y del poder de involucrar a otros en nuestros desafíos, vale la pena compartir contigo.
Al final, incluyo cómo mi proceso ayudó a otra persona a lidiar con su fobia a los ascensores y aviones…
El desafío
Hace poco más de un mes, durante el Curso de Evolución Espiritual, estábamos aprendiendo cómo lograr nuevos hábitos….
Yo quería lograr algo que fuese desafiante, y también significativo en mi vida.
Muchas veces dejar viejos hábitos es todavía más difícil que agregar uno nuevo… y ya había pasado demasiado tiempo convenciéndome de que «es genético» esto de morderse las uñas.
Esto de que es genético, no es un chiste.
Lo escuché algún día en un programa de radio, quizás basado en un artículo como éste, aunque la ciencia no ha encontrado nada contundente todavía.
Pero me pareció de maravilla creerlo en ese entonces, porque me justificaba perfectamente.
Quizás esta excusa te suene conocida… y quién puede discutir con la genética?
Pero aunque la genética puede determinar cosas importantes en nuestra vida, muchas veces se convierte en una excusa inapropiada, porque hay muchas cosas que podemos hacer para cambiar la forma en que los genes se expresan.
Al ego le encantan las excusas. Si queremos cambiar, necesitamos cuestionarlas sin piedad.Tweet
Así que me comprometí, públicamente a dejar de morder mis uñas.
Y estas son las 3 lecciones que aprendí en el proceso:
#1 DECIDIR QUE PUEDO (SI ES QUE VALE LA PENA)
Mientras tenga buenas excusas, será muy difícil tener éxito.
Tengo que decidir antes de empezar, que voy a hacer lo que sea necesario para lograr mi cometido, y que si necesito más recursos, los buscaré.
En mi caso, debo admitir que sabía muy poco acerca de la “onicofagia” (ese es el nombre que le da la ciencia a este mal hábito). Es vergonzoso decir que sabía tan poco acerca de esto.
Tomando en cuenta cuántas veces traté de parar, no puedo entender cómo nunca leí más al respecto. Pero debo reconocer también que en este caso en particular, pude lograr mi cometido sin leer acerca del problema o su solución. En parte porque estaba decidido, mentalmente y emocionalmente listo. Y también, porque pedí ayuda…
#2 RESPONSABILIDAD ANTE LA COMUNIDAD
La vulnerabilidad es quizás el lugar más fértil para el crecimiento humano. Tweet
Y si nos tomamos en serio nuestra meta, entonces compartirlo de algún modo que alguien te haga responsable… es una forma de añadir verdadera presión!
Esta presión no necesita ser «forzada» por las personas que te rodean. La intención es que la otra persona se convierta en un «testigo» de nuestra intención.
La presión es en este caso interna -no queremos quedar mal con la gente.
Si la otra persona está de acuerdo, a veces podrías incluso pedir que el testigo tome un papel más involucrado, y te de apoyo emocional durante tu proceso.
Esta es una de las razones por las cuales tener gente que nos mantenga «honestos» puede ser lo que haga la diferencia entre trazar una meta y lograrla.
Y creo que vale la pena mencionar que no es suficiente con enlistar la ayuda de otros, es importante ser completamente honestos con ellos.
Una vez que tomas la decisión de hacer a otros partícipes del proceso, sería una burla hacia ellos mentirles.
Se trata de vulnerabilidad, cierto?
#3 LA AGRADABLE SORPRESA: INSPIRACIÓN
Hace un par de semanas, una estudiante se acercó para comentarme que estaba en la clase en la que compartí con otros acerca de mis uñas.
Había quedado muy inspirada a tomar acción en cuanto a algo en su propia vida: iba a dejar el miedo a los ascensores y los aviones.
Todos cargamos con miedos, algunos son más fuertes que otros. Para esta estudiante, su miedo a quedarse atrapada en un ascensor hacía que esperara siempre a que alguien la acompañara en el camino.
El estudio está en un piso 32, así que te podrás imaginar el desafío cada vez que viene a clase.
Pero… me dijo que después de la clase, se había montado 2 veces ya sin compañía, y había tomado un vuelo por su propia cuenta.
No me puedo imaginar lo difícil que debe haberle sido.
Pero quizás la forma vulnerable en la que compartí mi propio camino, la inspiró a preguntarse a sí misma:
Qué nueva forma de “ser” o “hacer” las cosas podría cambiar su vida para mejor?
Y tú… qué vas a cambiar?
Quieres hacerlo público en los comentarios abajo?
Tómalo como un desafío…
Nos apoyamos los unos a los otros?
Con cariño,
Mijael
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