Hace un tiempo mientras caminaba en un parque, noté que todos los niños cada vez que hacían cualquier cosa, llamaban desesperadamente a sus padres para que vieran.

Sabes cómo es… buscando atención y aprobación.

Esta constante búsqueda de la atención y aprobación de nuestros padres parece ser tan esencial como el aire. Desde que nacemos, y a lo largo de nuestra vida, tenemos intrínseca la necesidad de sentirnos suficientes, de ser dignos de amor.

 

 

Solemos recurrir a las personas cercanas a nosotros como nuestros padres o nuestras parejas, para satisfacer esa necesidad, pero cuando no logramos complacerla, bien sea porque no tenemos a estas personas a nuestro lado, o porque quienes están no nos hacen sentir suficientes, nos queda un vacío que se vuelve en una terrible fuente de angustia.

Es por esto que el yoga y el budismo nos enseñan, que a través de la práctica podemos llenar ese vacío reconociendo que somos dignos de amor, tal y como somos.

Y la importancia de esta enseñanza radica en que más allá de que la gente a nuestro alrededor nos dé amor, si no nos sentimos dignos de ello, no lo podremos percibir.

Aún así, esto no es suficiente.

Porque podemos trabajar constantemente en nuestra autoestima, pero si estamos rodeados de personas que suelen condicionarnos el amor, será muy difícil creer que en efecto somos suficiente.

Y sucede de un modo a veces sutil, pero poderoso.

Nos tratan bien, sólo cuando hacemos lo que quieren. Nos muestran afecto solo cuando nos conformamos a su idea de quiénes deberíamos ser. Nos dan aliento, sólo cuando sienten que “estamos dando la talla”, según su opinión.

Sus críticas o comparaciones, las cuales generalmente hacen para “ayudarnos a crecer o ser felices”, o porque quieren que cada día “seamos mejores personas”, terminan haciéndonos sentir que nunca seremos “suficiente”.

 

El peligro del amor condicional

Hay un adagio popular que dice que es mejor estar solo que mal acompañado.

Si el precio de estar con una persona es aceptar que no somos suficientes para que nos de su amor incondicional, quizás sea mejor dejar a esa persona ir…

El verdadero amor es “te quiero sin necesidad que cambies o mejores”. Puede que tengamos muchas cosas por mejorar…

Pero si queremos creer en nuestro valor intrínseco, es una buena idea rodearnos de gente que sienta y exprese (idealmente con frecuencia) que en este instante somos suficientes tal cual y como somos.

Con cariño,

Mijael