Durante una sesión de coaching, la persona a quien asistía me comentó que tenía problemas en la relación con su pareja, que estaba harta y quería dejarlo.

Cuando le pregunté si los problemas le parecían conocidos, contestó que viendo hacia atrás había un patrón perfectamente identificable, como si a lo largo de su historia cambiara a la persona, pero no el tipo de problemas.

E incluso aseguró que la única explicación lógica que podía darle a la repetición sistemática de esas situaciones era el karma.

Añadió que el hecho de que siguiera encontrándose con el mismo tipo de problemas, quería decir que ella probablemente había hecho algo en el pasado, por lo cual estaba pagando.

 

La mayoría de nosotros nos hemos visto envueltos en situaciones que parecen repetirse una y otra vez en nuestras vidas, y si crees que esto tiene que ver con el karma, hay dos maneras de verlo.

La primera: creer en el karma como esa fuerza que hace que nos encontremos con cierto tipo de personas y situaciones, en la que el universo conspira en nuestra contra o a nuestro favor para castigarnos o premiarnos en el presente por algo que hicimos en el pasado.

La segunda (menos esotérica): aún es posible que la persona y las circunstancias sean diferentes, pero nuestra forma de ser y de actuar no sólo está atrayendo a cierto tipo de persona, sino provocando el mismo tipo de conflicto.

 

No es una cuestión de castigo, sino de la forma en que las cosas del pasado nos afectan, y hacen que nos comportemos de un modo que vuelve a presentarnos condiciones de la misma índole.

De ese modo, el Karma no queda relegado a aquellos que creen en vidas pasadas, o a la percepción de que está relacionado con un “castigo” por algo que hicimos.

Recuerda: ¡La constante eres tú!

Una vez que aprendas a reconocer de qué modo tu pasado influye en tu actuar presente, podrás ver más claramente si estás atrayendo o quizás ocasionando el conflicto que te aflige , y dejará de ser un problema.

 

Con cariño,

Mijael